...La Comunidad Cristiana Popupar de Lebrija, ante la aprobación
de la "directiva de la verguenza" en la U.E
Con impotencia, rabia y estupor hemos sido testigos de cómo, el día 18 de junio, se aprobaba en la UE una directiva contra los más desamparados de este sistema.
La ley aprobada, contempla la detención y retención (hasta 18 meses) de los “sin papeles” y su posterior expulsión sin que sea necesario auto jurídico alguno.
El que la UE se autoproclame defensora de los Derechos Humanos y los valores democráticos en el mundo, y paralelamente legitime, en su territorio, la retención y expulsión de personas inocentes por el hecho de venir a buscar trabajo en Europa, es de un cinismo escandaloso.
Nos espanta que, esa ley haya sido propuesta o aprobada por los gobiernos de Italia, Grecia, España, Portugal…
Hace apenas dos décadas hombres y mujeres de estos países estaban,- estábamos-, siendo objeto de medidas semejantes y nos escandalizaban. ¿Ya lo hemos olvidado?
Los gobiernos latinoamericanos nos preguntan hoy: ¿Qué habría pasado si América Latina hubiera adoptado esa directiva con los españoles que tuvieron que salir de su país? ¿Se imaginan cuanto sufrimiento habría causado?
Ellos jamás han detenido ni expulsado a ningún europeo, por carecer de documentos, a pesar de que muchas veces se ha ido a humillarles y expoliarles. ¿Cómo podemos ignorar nuestra política de colonización en esos países, nuestra llegada a ellos tras la Guerra Civil, o la reciente emigración a Centro Europa?
No negamos a la U.E. el derecho, e incluso deber, de regular y gestionar los flujos migratorios que lleguen a ella. Un estado no puede ser una especie de corredor en el que no se sepa quién pasa por él, ni cuantos lo habitan. Pero exigimos sensibilidad ante los que sufren, respeto a sus derechos como personas y conciencia de memoria histórica.
No se puede criminalizar a los pobres por buscar trabajo.
No se puede condenar a nadie a esperar, sin esperanza, la autorización para trabajar mientras mal viven o mueren de hambre.
No se puede hablar de Derechos Humanos y negar el derecho al trabajo, sin otra razón que la de haber nacido en otro país.
No se puede hablar de los valores de la familia, ni de políticas de apoyo a la misma, y detener a madres y padres que buscan trabajo para mantener a sus hijos.
En el borrador de la constitución de la UE, se debatió en qué medida la cultura europea estaba impregnada del cristianismo; se podrá debatir su grado de influencias, pero hoy sabemos que su espíritu no ha estado presente a la hora de aprobar esta directiva, porque ella niega aquello de:
“Cuando un emigrante resida con vosotros en vuestra tierra, no lo maltratéis: (Lv. 19,33)
“Ya no hay judío ni griego, ni siervo ni libre, ni hombre ni mujer, porque todos sois uno en Cristo Jesús” (Ga. 3, 28)