domingo, 13 de julio de 2008

¡DÉJAME!

¡Déjame!
Que quiero que sepas,
que el que yo te quiera
no te da derecho,
a creerte que yo ya soy tuya;
ni a reírte de mis sentimientos.

¡Déjame!
que aunque me consuma
la pena y el llanto,
sin poder dormir,
mil veces prefiero
a que un día yo sea para ti,
agua ya pasada, o ceniza de un fuego.

¡Déjame!
En tus labios no pongas mi nombre
ni a mi puerta llames,
que pierdes el tiempo.
A mi corazón,
ya le hecho un nudo
y le he puesto rejas a mis sentimientos.

¡Déjame!
Que aunque mis entrañas sangraran
por ti, muriendo de amor,
o yo te llamara
de noche en mis sueños,
no vengas a mí;
porque te diré… Diré que no es cierto.

¡Déjame!
Por lo que más quieras,
!No me obligues a hacerte un desprecio!

domingo, 6 de julio de 2008

SUEÑOS Y TEMORES

Son tus ojos la noche, por oscuros,
y el brillo que despiden son estrellas
que a la amenaza de nubes pasajeras,
queda apagada la clara luz de ellas.

Temes y sueñas aquello que presientes.
Ríe y llora tu alma atolondrada,
Buscando, a veces, los limites del riesgo
y en cambio otras la soledad callada.

Contigo llevas la fuerza de las aguas
que, río abajo, arrastra la corriente.
Y con anhelos de alondra enjaulada,
ansiosa sueñas hacerte independiente.

Perdóname el consejo impertinente,
que tus ensueños de quince años mata;
el que ahogo en mi garganta, por no herirte,
o el que directo del alma se me escapa.

Y es que la vida me obliga, sin quererlo,
a convertirme en freno de tu prisa,
presintiendo, que a veces me contemplas,
como implacable verdugo de tu risa.

No pretendo luchar contra el misterio
que suponga, del rumbo de tu vida.
Ni detener la fuerza de los vientos.
Ni que vuelvan las aguas río arriba.

No persigo ser dueña de tu “yo”.
Ni detener las aves en su vuelo.
Tampoco ahogar tu risa, cuando ríes
ni, mucho menos, negarte mi consuelo.

No quiero ser, quién marque tu destino;
y, aunque lo quiera, tampoco yo lo puedo.
Pero te pido que entiendas mi inquietud
y comprendas mis dudas y mis miedos.

Ante tu vida que, llena de ilusiones,
sale al encuentro de un mundo amenazado,
por la lujuria de triunfos y pasiones,
o la codicia de un mundo incontrolado.

Cuándo te enfrentes al reto de ese mundo,
con las riendas de la vida en tus manos,
descubrirás despacio, por ti misma,
lo grande y lo ruin de los humanos.

Y en el sendero de luz, que tú persigues;
que en su busca segura tú caminas.
No olvides nunca que junto con las rosas,
en los rosales, también crecen las espinas.