martes, 27 de enero de 2009

INTERCAMBIO CULTURAL


Dicen que vamos dejando

pedazos de nuestro ser,
por donde vamos pasando.

Más, un día comprobé
que otra gente recogía,
aquello que yo llevé.

También vi que yo tenía
infinidades de cosas,
que a otros pertenecían.

Y, así llegué a descubrir,
que no es valor absoluto
lo que de niña aprendí.

Pobre concepto racial,
que cree que otra cultura
nos resta en identidad.

Sólo se mermará aquél
Que se cierre a otra influencia
porque lo “autentico” es él.

lunes, 19 de enero de 2009

LIENZO DE COLOR AZUL

Ante la unificación europea

(1992)


Lienzo de color azul,

Con doce estrellas doradas.
Cada cual de cinco puntas,
agudamente afilada.

Dispuestas atravesar,
al que pretenda burlarla.

Bandera de azul celeste
de estrellas de oro y fuego.
Que se alza como un asta,
de agravio, sobre otros pueblos.


Poderosos mercaderes
que ajustan celosos precios,
para someter al débil
en política y comercio.

Proclamando la unidad
y eliminando fronteras
de cultura, similares.

Mitigando las barreras
que puedan dañar la imagen
de una sociedad moderna.


¡Para el negocio les urge
la unificación externa!


Después ya se forjarán
murallas que no se vean.
Con un conjunto de leyes
firmes, tajantes y férreas.

Que regularan los jueces,
aplicando las sentencias,
dispuestas para el intruso
que fuerce la convivencia.


¡Y, ante trámites legales,
no vale mala conciencia!


Arrogantes epulones,
de festines y espectáculos
en los que se niega, incluso,
las migas al pobre Lázaro.

De esa bandera azul
con cerco, hecho de estrellas,
se excluye, infamemente,
a otra parte de la tierra,

que sigue siendo azotada
por la miseria y la guerra.


Si en la bandera se ofrecen
los dos símbolos del cielo.
¿Por qué, en vez de esparcidas,
las estrellas hacer cerco?

¿Es círculo de unidad
o es el cerrarse por miedo?


Si es lo primero, ¡extenderlas
a lo más ancho de cielo!

Si es lo segundo. El afán
de guardar vuestro dinero.

¡Os serán insuficientes!

Incluso puertas de acero
con que blindéis las entradas
no impediréis el acceso
del Lázaro que mendiga;

del hombre digno, o mal trecho,
al que el mordisco del hambre
hiere su vientre; y su pecho
doblegado por la fuerza,
abriga rabia o despecho.


No habrá jueces, ni condenas,
ni leyes férreas, ni riesgos,
que detengan en su marcha
el éxodo de hambriento.

Porque…

Si la muerte ha de llegarles
como un castigo lento,
¿Por qué le van a temer
el salirles al encuentro?

Solo el mendrugo de pan
guía el paso del hambriento!

sábado, 10 de enero de 2009

A VECES...


A veces,
busco en tus ojos,
como el marino en la mar,
en la noche busca el faro
para poderse guiar.

A veces,
con estar juntos,
ya nos sobran las palabras.
Y otras que el silencio es
cuchillo que nos traspasa.

A veces,
yo te daría
el palpitar de mi alma,
el aliento de mi boca
y el fuego de mi palabra.

Aunque eso es;
a veces…
Porque en otras; hay otras,
en que arrancaría los besos
que antes diera en tu boca.

Y a veces,
una y mil veces,
me pregunto la razón,
del por qué de esos “a veces”.
Y llego a la conclusión,
que se debe,-
no le encuentro otra razón-,
a ese extraño maridaje
entre locura y amor.

Porque…
¿Cuándo conocieron ambos
la fuerza de la razón?

Por ello,
aunque otros nieguen,
y hasta perjuren, que no
conoce esos reveces,
su trayectoria de amor.
¡No me creo que esos
“a veces”,
nos pase sólo a los dos!

viernes, 2 de enero de 2009

LA NOCHE DE REYES


Yo escuchaba cada año
como los niños contaban
que venían los Reyes Magos
de noche hasta su ventana.
Al escuchar sus historias
me solía preguntar;
¿Por qué los reyes no vienen
a los niños por igual?

Cuándo vendrán hasta mí,
para que pueda contar
también, La Noche de Reyes
lo mismo que los demás.
Viendo que esperaba en vano
me lo tuve que inventar.

Soñé una Noche de Reyes
tan llena de fantasía,
que el corazón en el pecho
me saltaba de alegría.

Yo vi en la noche de Reyes
cabalgar blancas gacelas,
que bajaban hacía mi,
entre millones de estrellas.
Al llegar a mi ventana
sobre su grupa yo vi,
tres magos muy ataviados.
¡Eran los Reyes al fin!

Me traían en un cofre
la luna en flor de azahar,
una estrella de seis puntas,
un lucero, y además,
una casa de muñecas
con las que podría jugar:

Un rey dijo sonriendo.
- Son para ti, tómalas.
Nosotros somos los reyes
Melchor, Gaspar y Baltasar,
Vamos camino de Oriente.
¿Nos quieres acompañar?

Yo me refregué los ojos.
¿Sería aquello verdad?

Me pusieron un vestido
azul y color de miel;
con una cinta de estrellas
el pelo me sujeté.
Y sin pensarlo dos veces
yo me monté en la gacela.
Melchor me sujetó fuerte
para que no me cayera

Mientras cabalgaba vi
algo que resplandecía;
- Decidme, ¿que es lo que veo
brillar en la lejanía?

- Seguramente es Belén,
donde ha nacido el Mesías,
y hemos de llegar allí
antes que amanezca el día.

La estrella que nos guiaba
un momento se apagó
y a oscuras, con una nube,
mi gacela tropezó.
Mi vestido azul y miel
de pronto se me esfumó;
Mis manos se hacían prietas
al filo del cobertor.
¡Pobre de mi que pensé
que era el manto de Melchor.

De pronto escuche un ruido
que el silencio perturbaba:
¡Habrían venido los reyes
mientras yo lo imaginaba!
Tiré el cobertor al suelo
dando un salto de la cama,
y cautelosa me fui
acercando a la ventana.
Pero, ni señal de ellos.
¡Era el viento que soplaba!
A lo mejor, pensé triste,
no vienen porque soy mala…

No entendía los motivos,
ni apenas si me importó;
¡Yo tenía para contar
una noche de ilusión!