A veces, busco en tus ojos, como el marino en la mar, en la noche busca el faro para poderse guiar.
A veces, con estar juntos, ya nos sobran las palabras. Y otras que el silencio es cuchillo que nos traspasa.
A veces, yo te daría el palpitar de mi alma, el aliento de mi boca y el fuego de mi palabra.
Aunque eso es; a veces… Porque en otras; hay otras, en que arrancaría los besos que antes diera en tu boca. Y a veces, una y mil veces, me pregunto la razón, del por qué de esos “a veces”. Y llego a la conclusión, que se debe,- no le encuentro otra razón-, a ese extraño maridaje entre locura y amor.
Porque… ¿Cuándo conocieron ambos la fuerza de la razón?
Por ello, aunque otros nieguen, y hasta perjuren, que no conoce esos reveces, su trayectoria de amor. ¡No me creo que esos “a veces”, nos pase sólo a los dos!
Yo escuchaba cada año como los niños contaban que venían los Reyes Magos de noche hasta su ventana. Al escuchar sus historias me solía preguntar; ¿Por qué los reyes no vienen a los niños por igual?
Cuándo vendrán hasta mí, para que pueda contar también, La Noche de Reyes lo mismo que los demás. Viendo que esperaba en vano me lo tuve que inventar.
Soñé una Noche de Reyes tan llena de fantasía, que el corazón en el pecho me saltaba de alegría.
Yo vi en la noche de Reyes cabalgar blancas gacelas, que bajaban hacía mi, entre millones de estrellas. Al llegar a mi ventana sobre su grupa yo vi, tres magos muy ataviados. ¡Eran los Reyes al fin!
Me traían en un cofre la luna en flor de azahar, una estrella de seis puntas, un lucero, y además, una casa de muñecas con las que podría jugar:
Un rey dijo sonriendo. - Son para ti, tómalas. Nosotros somos los reyes Melchor, Gaspar y Baltasar, Vamos camino de Oriente. ¿Nos quieres acompañar?
Yo me refregué los ojos. ¿Sería aquello verdad?
Me pusieron un vestido azul y color de miel; con una cinta de estrellas el pelo me sujeté. Y sin pensarlo dos veces yo me monté en la gacela. Melchor me sujetó fuerte para que no me cayera
Mientras cabalgaba vi algo que resplandecía; - Decidme, ¿que es lo que veo brillar en la lejanía?
- Seguramente es Belén, donde ha nacido el Mesías, y hemos de llegar allí antes que amanezca el día.
La estrella que nos guiaba un momento se apagó y a oscuras, con una nube, mi gacela tropezó. Mi vestido azul y miel de pronto se me esfumó; Mis manos se hacían prietas al filo del cobertor. ¡Pobre de mi que pensé que era el manto de Melchor.
De pronto escuche un ruido que el silencio perturbaba: ¡Habrían venido los reyes mientras yo lo imaginaba! Tiré el cobertor al suelo dando un salto de la cama, y cautelosa me fui acercando a la ventana. Pero, ni señal de ellos. ¡Era el viento que soplaba! A lo mejor, pensé triste, no vienen porque soy mala…
No entendía los motivos, ni apenas si me importó; ¡Yo tenía para contar una noche de ilusión!
Necesito escribir lo que pienso y me gusta creer lo que escribo. Mis poemas son borbollones de sentimientos sobre lo que vivo, observo, intuyo, sueño, me duele… Soy así, por voluntad propia e influencia ajena. Mis límites son, los míos y los impuestos. Me gusta la comunicación, pero amo mi independencia. Me gusta soñar, pero no dormirme. Me indignan los estereotipos sobre la mujer, y me irritan las mujeres que los legitiman con su conducta. La injusticia me indigna, La indiferencia me entristece, La mentira me sonroja, La maldad me deja sin palabras, El altruismo me interroga, La irresponsabilidad me desorienta, La nobleza alimenta mi esperanza…