viernes, 8 de mayo de 2009

RECORDANDO A UN POETA


Querido amigo Vega,

En este pasado mes de abril hubieras cumplido 95 años y también, en ese mismo mes, se ha cumplido un año que dejaras de estar entre nosotros para siempre. ¡Una vida tan larga y una despedida tan corta! Tan corta, que no nos diste tiempo a decirte adiós.

En ese mismo mes de abril, nos habías llamado un tanto agobiado; te mudabas a casa de tu hija y no sabías que hacer con tantos libros.

El abandonar tu casa y el desprenderte de tus libros, no te resultaba fácil.

Nosotros estaríamos fuera tres semanas y te prometí que en cuanto regresáramos del viaje, pasaríamos por Córdoba a visitarte. Al volver te llamé de inmediato, pero tú ya te habías ido…

Durante este año he repasado más de una vez tus interminables cartas y muchos de tus poemas, de forma especial “Tras el perdón impetrado por la Iglesia”. Un poema que me sigue conmoviendo como la primera vez que lo leí: un testimonio de la tremenda injusticia que se cometió contigo. Porque, como dices en tu poema, te robaron “cosas de un valor inmenso”; te robaron la propia vida.

La soledad y zozobra por la que pasaste en la cárcel también se plasma en el sarcasmo con que escribes sobre las moscas que incordiaban la quietud de tu celda:


(…) Y no obstante, ¿no sería
su ausencia una impiedad?

Nadie nos molestaría,
pero… ¿Quién aliviaría
nuestra triste soledad?


¡“Mátalas”! ¿Quién dice eso…?

Alguien que no ha estado preso.

-¡Ah!, tal vez así proceda

quién dicha o amor barrunta.

Pero el cautivo pregunta:

Si la mato… ¿Qué me queda?


La prisión fue una cruel pesadilla que nunca olvidaste. A pesar de ello supiste aprovechar lo poco que una realidad así, puede tener de aprovechable, y allí estudiaste, escribiste y mantuviste tu dignidad de forma integra. A pesar de ello jamás pudiste creer en la cárcel como medio de superación humana:


(…) La cárcel es… lo imprevisto.
Eso que jamás se olvida
y que aturde el pensamiento
como se turban las almas
al soñar un mal ensueño.

La cárcel puede ser drama,
“sainete”, “comedia” o “cuento”.

Todo depende del hombre
que sabe o no sabe serlo:
de su fuerza, su carácter
o… de su conocimiento. (…)
,


La cárcel… ¿Cómo explicaros
lo que yo mismo no entiendo?

Yo no creo en las prisiones
ni en el rigor de sus métodos:

¡Al hombre no se le gana
con la fuerza ni el desprecio! …”


Por ello a ti no te ganaron jamás. Te fugaste y pasaste a Francia pero al regresar te volvieron a detener… Entonces entendiste que ya no habría escapatoria posible y te inventaste otra forma de “fuga”: el trabajo, el estudio, la poesía…


“ (…) ¡Yo me fugué de la cárcel!

Rompí el rigor de sus hierros
y en un veloz “Rocinante”
de amplio galopar secreto.

Conquisté mi libertad
por un camino de versos…


Por esos “milagros” que ocurren en las dictaduras,- sin que nadie sepa cómo-, tus poemas salían de tu celda y “volaban” de mano en mano, mi padre, cuando los recibía los escondía en el fondo de la tierra. El miedo al riesgo era grande, pero las ganas de leerlos era más grande que el miedo. Creo que el primer poema que yo leí, fue tuyo.


Mis padres hablaban tanto de ti, que en casa eras “el amigo Veguita”. Una vez al

Año, mi padre salía en bici, casi de madrugada, y volvía entrado el atardecer.

Por la noche yo oía sus cuchicheos con mi madre hablando de ti; sabían que a nuestra edad, era mejor que no supiéramos algunas cosas: ¿Cómo íbamos a entender nosotros que tú estuvieras preso? Sabíamos que mi padre iba a verte, pero nunca imaginamos que fuera a la cárcel; eso lo supimos y entendimos más tarde.


Amediados de la década de los sesentas, se recibió en casa la noticia de tu puesta en libertad. Por fin había sido beneficiado con una reducción de condena. Fuera, te esperaban muchos amigos y, sobre todo, la mujer que enamoraste aún desde la cárcel; tu compañera inseparable hasta el final de sus días.

Una vez libre, hubiste de vivir una segunda condena; la “marca” del expreso y la soledad del poeta que sueña con alcanzar las estrellas desde el fangal de la vida.


¡Y yo sólo fui poeta
y el poeta es siempre preso!

Con el alma en las estrellas
y los pies rozando el cieno,
el juglar sacia con lágrimas
su amarga sed de silencio…”


Ni el tiempo ni la cárcel, consiguieron enfriar aquella amistad vuestra de jóvenes soñadores. Por fin, un día conocimos al “amigo Veguita”.

En este momento repaso uno de tus libros. En él encuentro notaciones de mi padre,- eso que era tan común en él, para señalar aquello que más le gustaba-, y una dedicatoria tuya: “A mi buen amigo Curro a quien sinceramente aprecio con ese afecto que nace en la niñez y dura hasta la muerte…” Y…, así fue y así consta en tu poema tras su muerte:


(…) Y he sentido las sales de unas lágrimas
que no quise jamás llorar contigo.

Son esas lágrimas que el hombre oculta
por el pudor de unos dolores íntimos…


Más hoy –cuando te has ido para siempre
y eres ya sólo un hito en el olvido-
he querido dejar junto a tu cruz
solitaria de un último suspiro,
ese difícil “as” de corazones
que le ganaste a un corazón amigo…!”


Después de marcharse mi padre y a pesar de la distancia y la edad, mantuvimos el contacto; a ti te gustaba hablar de él y a mí escucharte.

Entre todas las historias que me conteste, hubo una que me confirmó, una vez más, la grandeza de vuestra amistad: la de tu traslado a El Penal del Puerto.

Mi padre,- sabedor de que el tren harían una breve parada en La Estación del Cuervo,- te esperaba allí “negociando con un Guardia Civil, para que le dejara entregarte un paquete de tabaco: Mi padre, la persona más antitabaco que he conocido en mi vida, corriendo el riesgo que suponía presentarse como amigo de un preso político, por entregarte un paquete de tabaco.


Por todo ello, mis letras quieren ser un homenaje a vuestra amistad. Una denuncia a tan injusta realidad. Un reconocimiento a vuestros principios inamovibles. Un testimonio de apoyo en la Recuperación de la Memoria Histórica… Esa memoria vuestra memoria y de muchas otras personas, injustamente tratadas por los que vencieron.

Segura de que el testimonio de tu poema dará fuerza y veracidad a mis palabras, recibes, como tú nos decías en tus últimas cartas: “Un abrazo y mi cariño sincero e invariable”,


Antonia


8 comentarios:

J. Teodoro P. G. dijo...

Toñi, eres una gran defensora de la amistad, no cabe duda; además eres capaz de asumir las que tu padre tuvo que dejar de atender, padre, por el cual, se ve que, aparte del cariño de hija, sentías verdadera admiración. Eso es muy noble.
Que todo te vaya bien.
Con afecto:
J. Teodoro.-

desde Lebrija para el mundo dijo...

La verdad que ambos, cada cual a su estilo, eran grandes personas.
Saludos
Antonia

J. Teodoro P. G. dijo...

Siempre se ha hablado del "choque entre generaciones". Eso es verdad, aunque al menos en un porcentaje, quizá menor delo apetecible, existen personas que saben valorar los méritos de los antecesores por su sentido de la justicia, de la entrega, de la solidaridad, de la amistad..., formas de cariño, al fin y al cabo.
Que todo te vaya bien.
J. Teodoro

La Calderón dijo...

Querida Antonia, hacía mucho que no andaba yo por internet, y en éstos días de el fallecimiento de Don Mario Benedetti, de algún modo he regresado y de a poco voy visitando a los amigos.
Hoy, verdaderamente, me he emocionado mucho con tus recuerdos, no solo por la amistad de tu padre, que tu has continuado, sino, mira, en cuánto nos parecemos, éso que dice José Teodoro, de que en las distintas generaciones hay distancia, yo aún llevo a mi padre conmigo a pesar de los cuarenta y tres años que ha partido físicamente.
Me han parecido tan al punto y es el estilo que tu usas ¡Directo! las poesías del "amigo Veguita" que has publicado, fieles a sus sentimientos en contra de la injusticia ¡¡Y cuánta!!

Me encantaría saber si se consiguen aún los libros de éste amigo vuestro.

Antonia, te envío un gran abrazo muy pero muy fuerte, no he andado bien últimamente....
Susana..............

desde Lebrija para el mundo dijo...

La marcha de Mario Benedetti, ha sido una gran pérdida. Yo le conocía hace años en Alemania. Fue una experiencia genial e inolvidable.
Precisamente hoy ma ha llegado un correo de la que le hizo de traductora, amiga nuestra, y me manda algo que ha hecho Galeano sobre él. Te lo enviaré.
De Cristobal es díficil conseguir sus cosas; su posición política no le favoreció para ser "famoso". Ya te enviaré algunos más. Me supongo que hayas leido su poema que sigue a mi comentario.
Un beso y mis mejores deseos.
Antonia.

Teodoro, es cierto lo del choque de generaciones, pero también es verdad que la vida enseña mucho y, sobre todo las experiencias y coincidencias en principios.
Un abrazo Antonia

LIBERTAD dijo...

ESTE HOMENAJE A NUESTRO MAESTRO ES LO EJOR QUE HE LEIDO.
POR SUPUESTO QUE ESTE POETA NO PASARA AL OLVIDO PORQUE NOSOTRAS ,NOS ENCARGAREMOS DE QUE NO SEA ASÍ.
BESOS ANTONIA
SIMPRE ANTONIA CEADA ACEVEDO

desde Lebrija para el mundo dijo...

¡Que pequeño es el mundo en internet!
Un abrazo Antonia

Aurore dijo...

Buenos días Antonia. Me llamo Aurore, y hago una tesis en Francia sobre los poetas encarcelados bajo el franquismo. Me emocionó mucho tu carta en el blog sobre Cristobal, porque no lo conocía hasta que busqué información sobre Juan Francisco Abad (al escribir un artículo sobre los poetas de Redención), que fue amigo suyo y le dedicó, parece, un poema para la 2a edición de Ruta de estrellas en 1950. Me gustaría mucho saber más de estos dos poetas, si me pudieras ayudar, te lo agradecería. No sé cómo escribirte en privado, pero me puedes encontrar en el facebook fácilmente. Un saludo.