La otra noche,
yo me desperté;
te busque en mi cama
y no estabas en ella.
Me sentí como río
sin agua,
rosa sin aroma,
cielo sin estrellas.
que una loca,
presa de la pena y
el presentimiento.
Para decirte,
que no era verdad
lo que te dijera presa
del despecho.
de que ya era tarde,
la rabia y la pena,
junto a tu recuerdo,
son espinas,
que llevo clavadas,
hurgando en la herida
abierta en mi pecho.
por lo que te dije,
y lo que callé,
por un falso orgullo,
porque sé
que mi corazón,
aunque yo no quiera,
sigue siendo tuyo.
9 comentarios:
Hay veces que el orgullo consigue hacer mella en contra de la razón. Afortunadamente, existe el perdón.
Un beso.
La verdad que sí, de todas formas semejantes situaciones han de ser tremendas.
abrazos
Cuanto se puede llegar a peder por ese falso orgullo.
Es verdad, y así nos va. Ese Orgullo no sólo mata la convivencia en la pareja, sino también en cualquier otro campo. Testimonios no faltan.
Buen poema que nos lleva a ser más humildes y practicar más la comunicación. Cuánto nos cuesta pedir perdón, a veces. Si lo hiciéramos más a menudo todo iría mejor en las relaciones humanas.
Un abrazo.
Conchi
La verdad que sí, cuantas veces somos conscientes de que nuestra postura no conduce al encuentro, pero seguimos "palante".
Un beso,
Antonia
"Habló el orgullo y enjugó su llanto/ Y la frase en mis labios expiró..." ¿Conoces este fragmento de un poema de Bécquer? Es uno de mis favoritos. He visto en tu blog que tenemos varios intereses comunes. Saludos
Me alegro por los intereses comunes, No, no conozco el poema que me cita, al menos no lo tengo en memoria; lo buscaré.
Saludos y gracias por tu visita.
Antonia
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